El presupuesto es la base de tus finanzas personales. Es una herramienta fundamental y muy sencilla para hacer un recuento organizado de tu dinero, tanto de lo que recibes -ingresos- como de lo que sale -egresos o gastos-. De esta manera podrás saber con qué dinero cuentas, de dónde proviene, con qué frecuencia lo recibes, y cómo y en qué lo gastas.
Recomendamos hacer tu presupuesto en función de la frecuencia de tus ingresos. Por ejemplo, si tus ingresos vienen de forma mensual -usual cuando eres empleado y recibes un salario-, tu presupuesto debe hacerse de forma mensual.
Además de saber cómo usas tu dinero, uno de los beneficios más grandes de llevar un presupuesto, es ver cómo puedes reducir tus gastos, canalizarlos para ciertos objetivos e incrementar tu ahorro.
¡Págate a ti mismo primero!
Empieza a hacer tu presupuesto cuando ya tengas tus ingresos en efectivo o
depositados en tu cuenta, o cuando sepas exactamente cuánto recibirás y la
fecha en que lo harás.
Cuando sabes la cantidad de dinero con la que cuentas, puedes empezar a asignar dicho dinero a los diferentes gastos. La recomendación es que primero asignes el dinero para el ahorro, que es el que no vas a gastar. ¡Eso es pagarte a ti mismo primero!
Es una buena práctica que lo apartes inmediatamente o lo traslades a otra cuenta, para no tener la tentación de gastarlo. Con el tiempo y a medida que vayas adquiriendo más experiencia, lo ideal es que tengas varios ahorros con diferentes objetivos, según tus prioridades.
Por ejemplo, ahorrar para tu pensión debe ser una de tus principales prioridades. No importa si aún eres joven y crees que tienes mucho tiempo para ello. El ahorro para el retiro es un objetivo exigente en términos económicos y entre más pronto empieces, mejor será el resultado.
Después de que te pagues a ti mismo y separes la cantidad de ahorro, debes asignar el resto del dinero a los demás gastos. De esta forma le darás orden a tus finanzas y podrás lograr tus metas económicas de corto, mediano y largo plazo.