Un presupuesto no sólo ayuda a manejar mejor nuestro
dinero en el día a día. También es una herramienta poderosa para proyectar el
futuro y hacer planes de largo plazo como comprar una casa, adquirir un mejor
auto o planear nuestro retiro.
Más que un presupuesto, es un plan estratégico. Hacerlo será no solo un ejercicio
de organización financiera sino de visión y de convertir los sueños en planes
concretos.
Establece una visión.
Primero concreta lo que quieres en el futuro. Trata de imaginar lo mejor que
puedas como sería esa casa de tus sueños, ese auto o cualquier otro plan de
largo plazo.
Valora esa visión.
Una forma de empezar a convertir en realidad ese sueño es darle un valor
económico. ¿Cuánto vale esa casa o ese auto? O ¿Cuánto crees que necesitarás
ahorrar para tu retiro?
Fija un plazo.
Ahora viene lo mejor. ¿En cuánto tiempo crees que puedes llegar a la meta?
¿Cuáles son las etapas para llegar? Por ejemplo, en el caso de una casa no es
necesario ahorrar el monto total del valor de la propiedad sino lo necesario
para una cuota inicial y asegurarte de que vas a mejorar o a mantener una
buena calificación de crédito, lo que será clave a la hora de obtener un
crédito de vivienda o hipoteca.
Acciones concretas.
Llegó el momento de empezar y fijar cuáles serán las acciones concretas para
llegar a la meta. En este punto tendrás que incorporar en tu presupuesto
básico un ahorro determinado mensual o semanal que te permita llegar a la meta
en un determinado tiempo.
Actúa como inversionista.
Este plan de largo plazo posiblemente requerirá algo más que solo ahorrar cada
mes una cantidad fija. Ayudará mucho que inviertas la suma en fondos de
inversión para que el rendimiento obtenido te ayude a llegar a esa meta.
Calcula el tiempo que necesitas.
Proyecta el tiempo que vas a necesitar para llegar a la meta con un ahorro
determinado y la tasa de interés que obtendrás de ese ahorro si lo inviertes.