La quiebra o bancarrota es una
situación jurídica donde una persona se muestra incapaz de cumplir con sus
obligaciones financieras por carecer de los recursos económicos necesarios
para hacerlo. Cuando la entidad física o moral no puede cumplir con sus
acreedores, puede apelar al recurso jurídico de la quiebra.
Aquel que se declara en estado de bancarrota se le denomina fallido. El fallido
emprende un juicio en el que se examina cuidadosamente su situación y se
determina si realmente es incapaz de cubrir sus deudas y cumplir con sus
obligaciones económicas. Se evalúan y analizan los activos del deudor y,
después de un proceso legal, se establece el estado de quiebra.
Declararse en bancarrota no es un proceso sencillo puesto que no significa
simplemente dejar de pagar las deudas sino encontrarse en un estado general de
insolvencia financiera. Generalmente es el último recurso que se utiliza
después de haber intentado solventar los pagos por todos los medios
disponibles.
¿Cómo sucede?
- Cuando una persona física o moral no cubre sus deudas en
los periodos establecidos, los acreedores tienen la facultad de demandar
judicialmente su pago.
- Si la demanda judicial no es suficiente, puesto que el
deudor cesa sistemáticamente en el pago de sus deudas por carecer de
todo medio económico para solventarlas, sus acreedores tienen la
facultad de solicitar al juez que sea declarado en quiebra, aunque es
más frecuente que sea el propio deudor quien solicite este proceso
legal.
- El juez estudia cuidadosamente el caso y determina si
realmente el deudor es incapaz de cumplir con sus compromisos
financieros.
- De ser así, la persona es declarada en quiebra o
bancarrota.
La quiebra no es un estado ideal, ni mucho menos. Es un recurso legal aplicable
sólo como última instancia, cuando se demuestra que en realidad no hay manera
de solventar las deudas. Uno de los mayores inconvenientes de declararse en
quiebra es que daña el historial crediticio.