Cuando vas a comprar unos pantalones o un par de zapatos,
seguramente vas a varias tiendas, comparas precios, observas las
características del producto, y al final te decides por el que consideras
satisface mejor tu necesidad. Pues bien, este mismo proceso debes seguirlo
cuando adquieres un producto o servicio financiero.
Múltiples opciones
Así como existe una oferta amplia de los productos de uso cotidiano, existen
también una gran diversidad de instituciones financieras que ofrecen sus
productos y servicios a personas y a empresas.
Existen diferentes tipos de instituciones financieras, entre ellas los bancos,
las corporaciones financieras, las compañías de financiamiento, las
cooperativas financieras, las sociedades de inversión, las comisionistas de
bolsa, los fondos de pensiones y las aseguradoras. Cada compañía ofrece una
serie de productos y servicios diferentes, de acuerdo con el objeto social que
desarrollen.
Así, por momentos puede resultar confuso o problemático tener que elegir entre
esta diversidad. Sin embargo, la variedad de opciones permite poder acceder a
la que más nos convenga según nuestras necesidades, objetivos y expectativas.
Por esta razón, es muy importante estudiar con detenimiento las opciones y llevar
a cabo un proceso de selección, que puede facilitarse siguiendo algunas
recomendaciones muy sencillas.
Cotizar y comparar
Una de las primeras acciones que seguimos, casi instintivamente y sin pensarlo,
es comparar precios y ofertas. Cuando vamos a comprar alimentos, ropa, calzado
o algún aparato electrónico, por lo general, no elig por el primero que vemos,
sino que examinamos dos o tres posibilidades y elegimos el que nos ofrezca la
mejor relación calidad-precio. De la misma manera, es recomendable comparar
los costos reales y los beneficios netos que nos ofrece el producto o servicio
financiero en cuestión.
Al comparar, debemos tomar en cuenta factores como:
- Comisiones
Al cotizar un servicio o producto financiero, es crucial tomar en cuenta
las comisiones, puesto que solo así sabremos cuánto vamos a pagar
realmente y (en dado caso) cuál será la ganancia real. Debemos preguntar
si existen gastos adicionales por manejo de cuenta, apertura de crédito,
retiros, pagos anticipados, consulta de saldo, entre otros.
- Impuestos
Un factor que no conviene olvidar al decidir sobre algún producto
financiero es el de los impuestos. Existen productos por los que
deberemos pagar impuestos y también otros que pueden ser deducibles (por
ejemplo, el ahorro complementario en la cuenta individual o pensión
voluntaria para el retiro). Al comparar productos, no debemos olvidar
preguntar sobre la cuestión impositiva.
- Atención y especialización de los
ejecutivos
Por último, pero no por ello menos importante, debemos tomar en cuenta
la atención y el nivel de conocimiento que demuestran los ejecutivos que
manejan el producto financiero que deseamos contratar. Puesto que son
ellos quienes nos explicarán el contrato y servirán como intermediarios
con la institución financiera, es importante que nos transmitan
confianza y seguridad, demostrándonos sus conocimientos en la materia.
- Leer el contrato con detenimiento
Una vez que hemos realizado nuestra comparación y hemos reunido la
información necesaria que nos ha llevado a una decisión, el siguiente
paso importante es la firma del contrato. No debemos descuidar este
punto ni tomarlo a la ligera, puesto que allí están consignados los
derechos y obligaciones que tendremos con respecto al producto o
servicio que vamos a tomar.